Parnaso venezolano: colección de poesías de autores venezolanos desde mediados del siglo XVIII hasta nuestros dias precedida de una introducción acreca del origen y progreso de la poesía en Venezuela, Volumen1

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Tip. de "El Cojo,", 1892 - 574 páginas
 

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Página 41 - Por el que en mirar se goza Su puñal de sangre rojo, Buscando el rico despojo, O la venganza cruel; Y por el que en vil libelo Destroza una fama pura, Y en la aleve mordedura Escupe asquerosa hiel.
Página 42 - ... agua, y la arboleda, oigan el apacible susurrar. Cuando en el campo con pavor secreto la sombra ves, que de los cielos baja, la nieve que las cumbres amortaja, y del ocaso el tinte carmesí: en las quejas del aura y de la fuente ¿no te parece que una voz retiña? una doliente voz que dice: "Niña, cuando tú reces, ¿rezarás por mí?
Página 40 - El favor del cielo implores; Por justos y pecadores Cristo en la cruz expiró, Ruega por el orgulloso Que ufano se pavonea, Y en su dorada librea Funda insensata altivez; Y por el mendigo humilde Que sufre el ceño mezquino De los que beben el vino, Porque le dejen la hez; Por el que de torpes vicios Sumido en profundo cieno...
Página 24 - Mas oh! si cual no cede El tuyo, fértil zona, a suelo alguno, Y como de natura esmero ha sido, De tu indolente habitador lo fuera! Oh! si al falaz ruido La dicha al fin supiese verdadera Anteponer, que del umbral le llama Del labrador sencillo, Lejos del necio y vano Fasto, el mentido brillo, El ocio pestilente ciudadano!
Página 23 - Tú vistes de jazmines el arbusto sabeo, y el perfume le das que en los festines la fiebre insana templará a Lieo. Para tus hijos la procera palma su vario feudo cría y el ananás sazona su ambrosía; su blanco pan la yuca; sus rubias pomas la patata educa; y el algodón despliega al aura leve las rosas de oro y el vellón de nieve.
Página 39 - Todo tiende a su fin: a la luz pura del sol la planta; el cervatillo atado a la libre montaña; el desterrado al caro suelo que le vió nacer...
Página 22 - ¡Salve, fecunda zona, que al sol enamorado circunscribes el vago curso, y cuanto ser se anima en cada vario clima, acariciada de su luz, concibes!
Página 38 - Sonó en la torre la señal: los niños Conversan con espíritus alados; Y los ojos al cielo levantados, Invocan de rodillas al Señor. Las manos juntas y los pies desnudos, Fe en el pecho, alegría en el semblante, Con una misma voz, a un mismo instante, Al Padre Universal piden amor.
Página 37 - Ve a rezar hija mía. Ya es la hora de la conciencia y del pensar profundo; cesó el trabajo afanador, y al mundo la sombra va a colgar su pabellón. Sacude el polvo el árbol del camino al soplo de la noche, y en el suelto manto de la sutil neblina envuelto se ve temblar el viejo torreón.
Página 24 - ... desmaya al peso de su dulce carga: el banano, primero de cuantos concedió bellos presentes providencia a las gentes del ecuador feliz con mano larga. No ya de humanas artes obligado el premio rinde opimo: no es a la podadera, no al arado deudor de su racimo: escasa industria bástale, cual puede hurtar a sus fatigas mano esclava: crece veloz, y cuando exhausto acaba adulta prole en torno le sucede.

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