Antología americana, Volumen4

Portada
Renacimiento, 1922
 

Páginas seleccionadas

Otras ediciones - Ver todas

Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 16 - Las armonías del viento Dicen más al pensamiento, Que todo cuanto a porfía La vana filosofía Pretende altiva enseñar. ¡ Qué pincel podrá pintarlas Sin deslucir su belleza! ¡ Qué lengua humana alabarlas ! Sólo el genio, su grandeza Puede sentir y admirar.
Página 15 - Gira en vano, reconcentra Su inmensidad, y no encuentra La vista en su vivo anhelo, Do fijar su fugaz vuelo, Como el pájaro en el mar. Doquier campos y heredades Del ave y bruto guaridas, Doquier cielo, y soledades De Dios sólo conocidas, Que Él solo puede sondar.
Página 190 - Ser de inmensa bondad !, ¡ Dios poderoso !, a Vos acudo en mi dolor vehemente. . . ¡ extended vuestro brazo omnipotente, rasgad de la calumnia el velo odioso, y arrancad este sello ignominioso con que el mundo manchar quiere mi frente ! ¡ Rey de los Reyes !, ¡ Dios de mis abuelos !, Vos sólo sois mi defensor, ¡Dios mío.
Página 190 - Todo lo podéis vos, todo fenece o se reanima a vuestra voz sagrada; fuera de vos, Señor, el todo es nada que en la insondable eternidad perece, y aun esa misma nada os obedece pues de ella fue la humanidad creada.
Página 19 - Entonces, como el ruido que suele hacer el tronido cuando retumba lejano, se oyó en el tranquilo llano sordo y confuso clamor; se perdió..., y luego violento, como baladro espantoso de turba inmensa en el viento se dilató sonoroso, dando a los brutos pavor. Bajo la planta sonante del ágil potro arrogante el duro suelo temblaba, y envuelto en polvo cruzaba como animado tropel, velozmente cabalgando; veíanse lanzas agudas, cabezas, crines ondeando, y como formas desnudas de aspecto extraño y...
Página 15 - Era la tarde, y la hora En que el sol la cresta dora De los Andes. El desierto Inconmensurable, abierto, Y misterioso a sus pies Se extiende, triste el semblante, Solitario y taciturno, Como el mar, cuando un instante, Al crepúsculo nocturno, Pone rienda a su altivez.
Página 68 - ¡Ah Rosas! No se puede reverenciar a Mayo sin arrojarte eterna, terrible maldición; sin demandar de hinojos un justiciero rayo que súBito y ardiente te parta el corazón.
Página 223 - ... al través de una bóveda sombría al roto mármol de una sepultura. Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embarga y se enajena, y allá en su centro vibra moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de tu nombre suena. Sin lucha, sin afán y sin lamento, sin agitarme...
Página 38 - Pasa de nubes la apiñada turba, Y ante la luz pacífica y tranquila, Ni se mece la flor, ni el aire oscila... Aquí la vasta cordillera empina En fantásticos riscos su cadena; Allí en vaivén, elástica se inclina Sobre el tallo gentil de la azucena, La flor, ante la brisa matutina; Acá el arroyo por la selva suena; Y vese el llano y su pintada alfombra Que interceptan...
Página 248 - Venerable sombra, huye de mí : la sepultura cóncava tu mansión es. ¡Aparta, aparta! En vano suplico y ruego; mas el alma mía vuelve a su ser y el corazón ya late. De oro y telas cubierto y ricas piedras un guerrero se ve. Cetro y penacho de ondeantes plumas se descubre; tiene potente maza a su siniestra, y arco y rica aljaba de sus hombros penden . . . ¡ Qué horror! Entre las nieblas se descubren llenas de sangre sus tostadas plantas en carbón convertidas; aun se mira bajo sus pies brillar...

Información bibliográfica