Antología poética hispano-americana: con notas biográficas y críticas ...

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A. Estrada y cía., 1919
 

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Página 22 - Sólo el genio su grandeza Puede sentir y admirar. Ya el sol su nítida frente Reclinaba en occidente, Derramando por la esfera De su rubia cabellera El desmayado fulgor. Sereno y diáfano el cielo, Sobre la gala verdosa De la llanura, azul velo Esparcía, misteriosa Sombra dando a su color.
Página 29 - Arden ya en medio del campo Cuatro extendidas hogueras, Cuyas vivas llamaradas Irradiando, colorean El tenebroso recinto Donde la chusma hormiguea. En torno al fuego sentados Unos lo atizan y ceban; Otros la jugosa carne Al rescoldo o llama 'tuestan; Aquél come, éste destriza.
Página 239 - Hoy en torno mío tu cerco por fin desenvuelves ¡Cerco fatal! maravilla en que centro siempre yo hago. ¡Ah! que esta gran maravilla conmigo forma armonía. Yo, proscrito, prófugo, pobre, infeliz, desterrado, Lejos voy a morir del caro techo paterno, Lejos, ¡ay! de aquellas prendas que amé, que me amaron.
Página 26 - Así el bárbaro hace ultraje Al indomable coraje Que abatió su alevosía; Y su rencor todavía Mira con torpe placer Las cabezas que cortaron Sus inhumanos cuchillos Exclamando: "Ya pagaron Del cristiano los caudillos El feudo a nuestro poder. "Ya los ranchos do vivieron Presa de las llamas fueron, Y muerde el polvo abatida Su pujanza tan erguida.
Página 77 - Por ti esa Buenos Aires más crímenes ha visto que hay vientos en la pampa y arenas en el mar; pues de los hombres harto, para ofender a Cristo, tu imagen colocaste sobre el sagrado altar. ¡Por...
Página 306 - Y recostando andamios en su tronco para cortarlo a regular altura, sobre las bambas y al andamio trepan cuatro peones con destreza suma. Y en rededor del corpulento tronco sus hachas baten ya compás sepultan, y repiten hachazos sobre hachazos sin descansar, aunque en sudor se inundan.
Página 310 - Al ave que su prole dejar teme, la encierra el humo, alrededor volando, y con sus alas chamuscadas cae junto del nido que le fue tan caro. Aquí y allá se vuelve la serpiente buscando una salida, y en su espanto se exaspera, se enrosca, se retuerce, y el fuego cierra el reducido campo.
Página 293 - Juntos tú y yo vinimos a la vida, Llena tú de hermosura y yo de amor ; A ti vencido yo, tú a mí vencida, Nos hallamos por fin juntos los dos.
Página 20 - Era la tarde, y la hora En que el sol la cresta dora De los Andes. El desierto Inconmensurable, abierto, Y misterioso a sus pies Se extiende...
Página 29 - Y a borbollones arroja La caliente sangre fuera, En pie, trémula y convulsa, Dos o tres indios se pegan Como sedientos vampiros, Sorben, chupan, saborean La sangre, haciendo murmullo, Y de sangre se rellenan Baja el pescuezo, vacila, Y se desploma la yegua Con aplausos de las indias Que a descuartizarla empiezan.

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